martes, 25 de enero de 2011

Not my fault!

I used to be happy. I used to be me. They didn't like that, and I didn't like that they didn't like me, so I changed. Now I'm what they want, and unhappy. I don't get it!

lunes, 17 de enero de 2011

and kick them with your lesbian boots!


La primera vez que Rachel mintió, no contó una mentira muy grande. Pero pronto se convirtió en una droga. Cuanto más mentía, mejor se sentía, y mentía aún más. ¡Era tan emocionante mentir sin que lo notaran! Y todos creían sus historias descabelladas. Todos confiaban en su palabra, sin darse cuenta de lo tergiversada que estaba. Nunca conocieron ni la mitad de mentiras que dijo, gracias a las estrellas. Pero es evidente que un día se dieron cuenta de que no podían confiar en nada que saliese de su boca. Rachel cree que se lo merecía, ella se lo había buscado, pero aún así fue demasiado. Nada merecía eso. Y entonces fue cuando definitivamente se perdió a si misma. Probablemente ni siquiera ella sabía distinguir qué era verdad, y qué no lo era.
Mucho después pudo no recuperarse, pero sí mejorar. Desde luego nada fue gracias a nadie que no fuera ella. Y ellos ni siquiera se dieron cuenta del daño, ni de como ella se hundió y volvió a salir a flote. No son conscientes de que nunca se recuperó del todo. Y ya que ellos creen que nunca pasó nada, ella finge que es así. Los ve al menos una vez al año, y durante ese tiempo sonríe, y pone cara triste al mentir de nuevo para decir que todo va bien, y que les echa de menos.
De todas formas, ahora les resulta más fácil mirarles a los ojos, porque ahora reúne las fuerzas para sonreír sinceramente solo con pensar en que pronto llegará el día en el que finalmente dejará el pasado atrás, dándole al mundo una fuerte patada en el culo.

viernes, 14 de enero de 2011

Guárdenos el secreto...


A ella le gusta mirarte a los ojos cuando la hablas,aunque a veces su mirada desciende hasta tu boca. Si lo hace, significas mucho para ella.
A ella le encantan las bocas de dragón, esas florecitas que solo tienen dos pétalos que parecen una boca de dragón, y que puedes abrir y cerrar.
Le encanta mirar hacia las estrellas, aunque no pueda verlas, porque sabe que están ahí y con eso le basta.
No le gusta que le digan que habla demasiado.
Ella se bebe las palabras de los libros, porque le gusta fingir que el mundo real es el mundo de sus libros de fantasía. Resulta mucho más fácil así. Menos doloroso.
También se beberá tus palabras, si le dices algo que merezca la pena.
Odia que la griten, porque se siente pequeña y cobarde.
No soporta cuando está hablando y la gente ni siquiera finge escucharla. Pero cuando eso le pasa, deja de hablar lentamente, bajando el tono, hasta que finalmente se queda en silencio y sonríe como si fuera la persona más feliz en el mundo, aunque por dentro está chillando de rabia y agitando los brazos requiriendo atención.
Le gusta el olor de la lluvia y de la gasolina. Y del césped mojado. Y el amoniaco.
Detesta que la vean llorar casi tanto como llorar sola.
Ella está harta del mundo, de su mundo, pero no se decide a bajar de él.
Disfruta leyendo frases en latín, y traduciéndolas sin ayuda del diccionario.
Ella dice siempre la verdad, lo que pasa es que suele decirla de modo que los demás lo tomen como una broma. O eso, o lo dice de forma ambigua porque sabe que los demás interpretarán lo que no es.
Ella suele hablar sola. O pensar en voz alta, como ella lo llama.
No soporta las injusticias, pero se siente impotente a la hora de cambiarlas.
No quiere que la compadezcan, pero le molesta que menosprecien sus problemas.
Ella quiere decir tantas cosas, que se acumulan y se le olvidan, y tiene que reescribir todo lo que escribe.
Ella habla de sí misma en tercera persona, pero si le preguntas, lo negará.

miércoles, 5 de enero de 2011


Pasar las horas mirando el reloj, tratando de mover las manecillas con la mente, para que el tiempo pase más deprisa. Pensando en que decir, que hacer, como actuar cuando llegue la hora de estar con los demás. No querer que noten que algo a cambiado. Tener la sensación de que hay algo que quiero decir, pero no me sale. Ese dolor de cabeza, por querer expresarlo en palabras, y que no me salga. Sentarme frente a un cuaderno para escribir todo lo que tengo que contar. El problema es que no tengo ni idea de que es lo que quiero contar.
Bueno, puede que si que tenga algo que contar.

THIS WORLD SUCKS!

Fear and tears.


Apartó la mirada, fingiendo no ver lo que captaban sus ojos, y siguió andando por el callejón. Se sentía asustada. Creía que aquel hombre no la había visto a ella, porque estaba muy ocupado, pero no podía asegurarlo. Apretó el paso para alejarse lo más posible de allí, obligando a su mente a pensar en otras cosas, para borrar aquella imagen tan horrible.

A la mañana siguiente lo vió en los periódicos, en la portada, a toda página. Una foto. El resultado de lo que había presenciado la noche anterior. La policía no sabía quien era la chica, ni el culpable. Ella le había visto la cara, y había visto sus ojos. Sus escalofriantes ojos de loco. Nunca se lo contó a nadie. Murió un par de años después, sin poder olvidar, que se había callado. Sin poder evitar sentir esa sensación de culpa aplastante, porque su miedo a acabar como aquella chica le había impedido hacer lo correcto.

M.F.

#2011 sobre lo dificil que es valente hoy en día...

-Poco a poco, sin que apenas te des cuenta, me iré alejando de ti. Cada vez hablaremos menos, nos veremos menos. Apenas te darás cuenta, y si notas algo pensarás que solo estoy cansada.
Pero llegará un día, en el que desapareceré definitivamente y tu no lo notarás, gracias a que me he distanciado progresivamente.
Ni si quiera me echaras de menos. Te costara recordar mi cara, mis ojos e incluso mi nombre.

-No me lo creo.

-Créetelo. Porque no es la primera vez que lo hago, no es la primera vez que huyo de todo. Soy una cobarde.

martes, 4 de enero de 2011

Creo que alguien ahí arriba se burla de mi...


Hoy estaba en lo alto de un rascacielos, con los pies colgando en el borde de la azotea. ¡Dios santo! Si que era alto. Desde allí podía ver a las personas, y los coches, y todo en general, pero lo veía como, no se, como con unos prismáticos al revés. Todo era exageradamente pequeño, como un mundo de hormiguitas. Daba vértigo. Estaba concentrada, tratando de reunir el valor para coger impulso y saltar al vacío, para acabar con todo. Justo cuando iba a dejar todo atrás, un chico pasó corriendo a mi lado. Ya iba a empezar a gritarle indignada por haber destruido mi concentración y a pedirle que si quería saltar se buscase otra azotea, cuando recordé donde estaba en realidad. Solo estaba sentada en las escaleras del metro, fantaseando. Las lágrimas corrían por mis mejillas, por la frustración que sentía por no haber podido lograr mi objetivo: pararlo todo.

Me levanté lentamente, lista para volver a mi casa. No estaba lista del todo, en realidad. De hecho caminaba tan lento que parecía que retrocedía en lugar de avanzar. Paseé lentamente por las familiares calles de mi ciudad. Recordando mis intentos fallidos. Había buscado un edificio para saltar, pero ninguno era lo suficientemente alto. Lo máximo que habría conseguido habría sido hacerme puré, y quedarme parapléjica o algo parecido. No merecía la pena. Mientras andaba, me rasqué las cicatrices de mi muñeca izquierda distraidamente, recordando amargamente como al intentar cortármela descubrí que la sangre me marea mucho. Muchísimo. Hasta el punto de que me desmayé sin haber llegado siquiera a hacerme un corte decente. Mi ultimo intento había sido en el metro. Estaba pensando en saltar a las vías, pero de repente me dí cuenta de que con la velocidad que llevaba el tren, como mucho me rompería una pierna.

Mientras pensaba en todo eso, recé para poder encontrar dentro de poco el edificio con el que me gustaba fantasear. Iba tan concentrada en mi silenciosa oración, que no me di cuenta de que estaba cruzando en rojo.

¡Qué ironía! Morir de ese modo: sin querer queriendo.