lunes, 17 de enero de 2011

and kick them with your lesbian boots!


La primera vez que Rachel mintió, no contó una mentira muy grande. Pero pronto se convirtió en una droga. Cuanto más mentía, mejor se sentía, y mentía aún más. ¡Era tan emocionante mentir sin que lo notaran! Y todos creían sus historias descabelladas. Todos confiaban en su palabra, sin darse cuenta de lo tergiversada que estaba. Nunca conocieron ni la mitad de mentiras que dijo, gracias a las estrellas. Pero es evidente que un día se dieron cuenta de que no podían confiar en nada que saliese de su boca. Rachel cree que se lo merecía, ella se lo había buscado, pero aún así fue demasiado. Nada merecía eso. Y entonces fue cuando definitivamente se perdió a si misma. Probablemente ni siquiera ella sabía distinguir qué era verdad, y qué no lo era.
Mucho después pudo no recuperarse, pero sí mejorar. Desde luego nada fue gracias a nadie que no fuera ella. Y ellos ni siquiera se dieron cuenta del daño, ni de como ella se hundió y volvió a salir a flote. No son conscientes de que nunca se recuperó del todo. Y ya que ellos creen que nunca pasó nada, ella finge que es así. Los ve al menos una vez al año, y durante ese tiempo sonríe, y pone cara triste al mentir de nuevo para decir que todo va bien, y que les echa de menos.
De todas formas, ahora les resulta más fácil mirarles a los ojos, porque ahora reúne las fuerzas para sonreír sinceramente solo con pensar en que pronto llegará el día en el que finalmente dejará el pasado atrás, dándole al mundo una fuerte patada en el culo.

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