martes, 4 de enero de 2011

Creo que alguien ahí arriba se burla de mi...


Hoy estaba en lo alto de un rascacielos, con los pies colgando en el borde de la azotea. ¡Dios santo! Si que era alto. Desde allí podía ver a las personas, y los coches, y todo en general, pero lo veía como, no se, como con unos prismáticos al revés. Todo era exageradamente pequeño, como un mundo de hormiguitas. Daba vértigo. Estaba concentrada, tratando de reunir el valor para coger impulso y saltar al vacío, para acabar con todo. Justo cuando iba a dejar todo atrás, un chico pasó corriendo a mi lado. Ya iba a empezar a gritarle indignada por haber destruido mi concentración y a pedirle que si quería saltar se buscase otra azotea, cuando recordé donde estaba en realidad. Solo estaba sentada en las escaleras del metro, fantaseando. Las lágrimas corrían por mis mejillas, por la frustración que sentía por no haber podido lograr mi objetivo: pararlo todo.

Me levanté lentamente, lista para volver a mi casa. No estaba lista del todo, en realidad. De hecho caminaba tan lento que parecía que retrocedía en lugar de avanzar. Paseé lentamente por las familiares calles de mi ciudad. Recordando mis intentos fallidos. Había buscado un edificio para saltar, pero ninguno era lo suficientemente alto. Lo máximo que habría conseguido habría sido hacerme puré, y quedarme parapléjica o algo parecido. No merecía la pena. Mientras andaba, me rasqué las cicatrices de mi muñeca izquierda distraidamente, recordando amargamente como al intentar cortármela descubrí que la sangre me marea mucho. Muchísimo. Hasta el punto de que me desmayé sin haber llegado siquiera a hacerme un corte decente. Mi ultimo intento había sido en el metro. Estaba pensando en saltar a las vías, pero de repente me dí cuenta de que con la velocidad que llevaba el tren, como mucho me rompería una pierna.

Mientras pensaba en todo eso, recé para poder encontrar dentro de poco el edificio con el que me gustaba fantasear. Iba tan concentrada en mi silenciosa oración, que no me di cuenta de que estaba cruzando en rojo.

¡Qué ironía! Morir de ese modo: sin querer queriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario