sábado, 26 de noviembre de 2011

Sonrisas fingidas.

Cuando te levantas de la cama y es como si nunca te hubieras acostado.
Cuando al llorar ya no te salen lágrimas y sólo consigues que tu cuerpo tenga convulsiones.
Cuando al pasar por delante del espejo, no te buscas ni te miras a la cara.
Cuando te pintas una sonrisa que muere en tus labios sin llegar a los ojos.
Cuando ya no te sale la voz, pero eso ya no importa porque tampoco hay nadie  que la escuche.
Cuando no sabes en quien buscar consuelo.
Cuando asumes que, lo que echas de menos, en realidad nunca fue tuyo.
Cuando te vas y, al volver nadie ha notado tu ausencia.

Ahí es cuando se te quitan las ganas de todo.

domingo, 16 de octubre de 2011

She's dying...

Vale ya de errores. Vale ya de cerrar los ojos, y hundirme. Estoy cansada de fingir, de pretender que todo está bien cuando no lo está. No quiero seguir sonriendo, cuando en realidad lo único que quiero es hacerme una pelotita en el suelo y llorar como si no hubiera un mañana. Porque, a decir verdad, para mi es así. Para mí, cada noche me acuesto convencida de que no despertaré. Y ojalá fuera cierto.
Porque todo se me pasaría si tu me sonrieras como no sonríes a nadie más. Todo sería más fácil si me abrazaras hasta quitarme el aire. Y tal vez, solo tal ves, yo sería un pelín más feliz si me mirases a los ojos mientras, despacio, acercas tu rostro al mío.
Pero, asumamoslo... nunca va a pasar, tendré que conformarme con soñar despierta.

lunes, 3 de octubre de 2011

Y pasearemos por la esquina de las putas, cogidas de la mano.

Y aún recuerdo mi último día contigo. Recuerdo tus besos sabor frambuesa, y las suaves caricias con las que me premiabas cada vez que mi camiseta caía al suelo. Añoro cuando me tomabas el pelo y te reías de mis intentos de poner cara de enfado.
Si cierro los ojos, aún puedo ver tu vestido con volantes bailando al son que tu le marcabas dando vueltas y vueltas bajo el sol. Me acuerdo de como nos miraban todos cuando paseábamos regalándonos besos hervidos a fuego lento, agarradas por la cintura. Y aún te oigo tratando de convencerme de que las miradas que nos dirigían no eran de asco sino de envidia.
Nunca te enfadabas conmigo. Aún no me lo explico. No importaba lo que te hiciera. Me mirabas a los ojos hasta que gruñía de frustración; entonces te reías, me rodeabas con tus cálidos brazos, y me besabas en el cuello hasta que me rendía a ti.
¿Recuerdas el día en el que te llamé puta? Yo sí. Bueno, la verdad es que no recuerdo por qué te lo llamé. Pero sí que recuerdo cómo me lanzaste tu sonrisa pícara -la juguetona que guardabas solo para mí- y, atrapándome con tu mirada y empujándome suavemente contra la cama, me susurraste: "puede que lo sea, pero no te preocupes, a ti sólo te cobraré en caricias".

viernes, 30 de septiembre de 2011

Big girls don´t cry.

Le faltaba fuerza, le sobraba desgana.
Lea cerró los ojos, y luchó por obligar a su mente a cambiar de tema. Estaba harta de recrearse dolorosamente en pensamientos que era mejor olvidar.
¡Pero es que no podía!
Joder, como puedes aprender tantas cosas en un día de una persona y de repente actuar como si no supieras nada, como si no te importara. Porque claro que importa. Una cosa es engañarse a uno mismo, decidir creer cualquier cosa, aun a sabiendas de que probablemente solo juegan contigo. Pero cuando la evidencia de que te han mentido descaradamente es tan grande, tu cerebro hace clic, y se para. Y de repente todo gira tan deprisa que te mareas y sientes ganas de explotar y llevártelo todo por delante.
Porque ya no sabes que hacer. Todo tu mundo está cabeza abajo.
Ahí es cuando Lea abrió los ojos y decidió que no volvería a escuchar una mentira, costara lo que costase.

It´s over.

Mírame a los ojos, y miénteme. Entonces podrás decir que me has undido.

Quien no arriesga no gana.

Sentado en la barra del bar, con la cabeza gacha, bebía. No le importaba el que. Bebía. Había entrado, se había sentado, había pedido alcohol del de olvidar, y tomaba una copa tras otra sin levantar la cabeza. Ya se encargaba el camarero de que su vaso no estuviera vacío.
Y supo que ella acababa de entrar. No la oyó, no la vio, pero lo supo. Fue fácil. Cuando ella estaba cerca, el corazón le martilleaba furiosamente, y la cabeza lo martirizaba. Detestaba esa sensación. Esa en la que el corazón te dice que amas una persona, que lo quieres todo con ella, por ella y para ella. Esa sensación de dependencia. Esa en la que el corazón discute con la razón, que argumenta de una manera fría y letal contra él. Porque por mucho que cada fibra de su ser material la amaba con todas sus fuerzas, la mente seguía insistiendo en recordarle lo que le había hecho sufrir, lo que había jugado con él.
Le recordaba que si ella estaba ahí era para humillarlo. Y entonces lo entendió. No la amaba. Solo quería lo que no podía tener. Apuró su última copa y la miro a los ojos con tal furia, que la sonrisa que ella estaba esbozando murió en sus labios, siendo sustituida por una mirada primero de duda y luego de terror. Pero él era su juguete. Ella era la que hacía daño. Ya se encargaría ella de que todo siguiera así. Es por eso por lo que decidió seguirle fuera, a la oscuridad, sin pararse a pensar que ahora ella era el juguete, y que pronto sería un juguete roto.

lunes, 4 de abril de 2011

Destilando odio merecido


Sí, estoy loca. ¿Pero acaso eso no es de agradecer en este mundo demente?
Porque, si estar cuerda significa ser como la mayoría, me niego. Lo siento, pero simplemente no quiero. Me entran ganas de llorar solo de pensarlo. ¡Maldita sea! Maldita sea la humanidad. ¡Qué demonios! Nos autonombramos humanidad, pero ¿con qué derecho? Llamamos humano, humanidad, etcétera a cualquier cosa que nos parezca ética o moral; y llamamos animal a todo aquello que nos parece, valga la redundancia, inhumano. Deberíamos parar a pensar que somos nosotros los que nos comportamos como lo que llamamos animales. Odiamos, envidiamos, matamos, somos crueles innecesariamente y, por último pero no por ello menos importante, manipulamos. Causamos un mal al mundo, que difícilmente será reparado. Y, aún así, tenemos la desfachatez de decir que nosotros somos los cívicos, y que las bestias son los animales. Uso bestia, no de manera fortuita, sino porque es un sinónimo de animal. Resulta cómico. Y puede que irónico.
Pero, sintiéndolo mucho -no, en realidad no lo siento, solo me parecía oportuno decir que lo sentía- paso oficialmente a autoimponerme el apelativo de animal, bestia y demás sinónimos. Si, he perdido la cabeza, pero al menos mi locura no hace daño a nadie. No puedo decir lo mismo de esos individuos que se hacen llamar personas.

sábado, 2 de abril de 2011

Honestly....


A veces es tan fácil dejarse llevar por las primeras impresiones, que nos olvidamos de que una persona nunca muestra como es en realidad a la primera de cambio. Así que, ¿de que sirve juzgar a una persona nada más verla, e incluso sin conocerla, si para ello nos vamos a basar en algo que probablemente no es real? Porque, honestamente, ¿alguien de verdad tiene tanta confianza en si mismo como para mostrar todos sus secretos, toda su forma de ser, y todo lo que os de la gana, a alguien a quién acaba de ver por primera vez en su vida? Todos nos guardamos algo, todos nos guardamos las cosas de nosotros mismos que creemos que a los demás no les iban a gustar. Digo creemos, porque está claro que en muchas ocasiones guardamos tras esa puerta oscura que hay en un rinconcito de nuestra mente lo mejor que tenemos, lo que nos hace diferentes, sin darnos ni siquiera cuenta de ello. Y eso es culpa de esa estúpida manía social de comportarnos como clones.
Y para los pesimistas, sabéis que sigo teniendo razón. Porque a veces también pasa a la inversa. Es decir: juzgamos a una persona -sin conocerla, por supuesto- y llegamos a la conclusión de que es maravillosa. Y luego, en cuanto le damos la oportunidad, descubrimos que en el cuarto oscuro de su mente tiene guardado ese matiz de su personalidad que nos hará sufrir.

¡Pero por todos los espíritus! ¿Es que nadie es consciente de que la primera impresión se forma en apenas dos segundos (es un dato científico) y de que es matemáticamente imposible que sea tiempo suficiente para hacernos una idea real de una persona?

Francamente, la humanidad es jodidamente estúpida.

lunes, 7 de febrero de 2011

The short way.


¿Sabes?
A veces me gustaría cerrar los ojos, y dormirme para no despertarme. Pero entonces pienso en lo que me perdería si lo hiciera. Seguro que me perdería la sonrisa más fantástica del mundo. Me perdería los ojos más bonitos del universo. No podria oír esa risa infantil tan perfecta, que hasta los pájaros enmudecerían para escucharla. No tendría oportunidad de ver ese rostro tan bello, que me haría suspirar y derretirme. No sabría lo que es que te amen de verdad por primera vez. No conocería la sensación de ver un sueño cumplido.
Pero ahora empiezo a dudar, porque creo que todo eso, no compensa lo demás.
Pero tampoco quiero dormirme para no despertarme, porque ultimamente tardo mucho en conciliar el sueño, y no soporto esperar tanto.
Asi soy yo, tomando el camino rápido hasta el último momento.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Shine!

¡Brinca, cáete, grita, baila!
¡Llora, ríe, sufre, canta!
Haz lo que quieras, pero no ocultes tu sonrisa, no temas al mundo.
DESLUMBRALOS


martes, 25 de enero de 2011

Not my fault!

I used to be happy. I used to be me. They didn't like that, and I didn't like that they didn't like me, so I changed. Now I'm what they want, and unhappy. I don't get it!

lunes, 17 de enero de 2011

and kick them with your lesbian boots!


La primera vez que Rachel mintió, no contó una mentira muy grande. Pero pronto se convirtió en una droga. Cuanto más mentía, mejor se sentía, y mentía aún más. ¡Era tan emocionante mentir sin que lo notaran! Y todos creían sus historias descabelladas. Todos confiaban en su palabra, sin darse cuenta de lo tergiversada que estaba. Nunca conocieron ni la mitad de mentiras que dijo, gracias a las estrellas. Pero es evidente que un día se dieron cuenta de que no podían confiar en nada que saliese de su boca. Rachel cree que se lo merecía, ella se lo había buscado, pero aún así fue demasiado. Nada merecía eso. Y entonces fue cuando definitivamente se perdió a si misma. Probablemente ni siquiera ella sabía distinguir qué era verdad, y qué no lo era.
Mucho después pudo no recuperarse, pero sí mejorar. Desde luego nada fue gracias a nadie que no fuera ella. Y ellos ni siquiera se dieron cuenta del daño, ni de como ella se hundió y volvió a salir a flote. No son conscientes de que nunca se recuperó del todo. Y ya que ellos creen que nunca pasó nada, ella finge que es así. Los ve al menos una vez al año, y durante ese tiempo sonríe, y pone cara triste al mentir de nuevo para decir que todo va bien, y que les echa de menos.
De todas formas, ahora les resulta más fácil mirarles a los ojos, porque ahora reúne las fuerzas para sonreír sinceramente solo con pensar en que pronto llegará el día en el que finalmente dejará el pasado atrás, dándole al mundo una fuerte patada en el culo.

viernes, 14 de enero de 2011

Guárdenos el secreto...


A ella le gusta mirarte a los ojos cuando la hablas,aunque a veces su mirada desciende hasta tu boca. Si lo hace, significas mucho para ella.
A ella le encantan las bocas de dragón, esas florecitas que solo tienen dos pétalos que parecen una boca de dragón, y que puedes abrir y cerrar.
Le encanta mirar hacia las estrellas, aunque no pueda verlas, porque sabe que están ahí y con eso le basta.
No le gusta que le digan que habla demasiado.
Ella se bebe las palabras de los libros, porque le gusta fingir que el mundo real es el mundo de sus libros de fantasía. Resulta mucho más fácil así. Menos doloroso.
También se beberá tus palabras, si le dices algo que merezca la pena.
Odia que la griten, porque se siente pequeña y cobarde.
No soporta cuando está hablando y la gente ni siquiera finge escucharla. Pero cuando eso le pasa, deja de hablar lentamente, bajando el tono, hasta que finalmente se queda en silencio y sonríe como si fuera la persona más feliz en el mundo, aunque por dentro está chillando de rabia y agitando los brazos requiriendo atención.
Le gusta el olor de la lluvia y de la gasolina. Y del césped mojado. Y el amoniaco.
Detesta que la vean llorar casi tanto como llorar sola.
Ella está harta del mundo, de su mundo, pero no se decide a bajar de él.
Disfruta leyendo frases en latín, y traduciéndolas sin ayuda del diccionario.
Ella dice siempre la verdad, lo que pasa es que suele decirla de modo que los demás lo tomen como una broma. O eso, o lo dice de forma ambigua porque sabe que los demás interpretarán lo que no es.
Ella suele hablar sola. O pensar en voz alta, como ella lo llama.
No soporta las injusticias, pero se siente impotente a la hora de cambiarlas.
No quiere que la compadezcan, pero le molesta que menosprecien sus problemas.
Ella quiere decir tantas cosas, que se acumulan y se le olvidan, y tiene que reescribir todo lo que escribe.
Ella habla de sí misma en tercera persona, pero si le preguntas, lo negará.

miércoles, 5 de enero de 2011


Pasar las horas mirando el reloj, tratando de mover las manecillas con la mente, para que el tiempo pase más deprisa. Pensando en que decir, que hacer, como actuar cuando llegue la hora de estar con los demás. No querer que noten que algo a cambiado. Tener la sensación de que hay algo que quiero decir, pero no me sale. Ese dolor de cabeza, por querer expresarlo en palabras, y que no me salga. Sentarme frente a un cuaderno para escribir todo lo que tengo que contar. El problema es que no tengo ni idea de que es lo que quiero contar.
Bueno, puede que si que tenga algo que contar.

THIS WORLD SUCKS!

Fear and tears.


Apartó la mirada, fingiendo no ver lo que captaban sus ojos, y siguió andando por el callejón. Se sentía asustada. Creía que aquel hombre no la había visto a ella, porque estaba muy ocupado, pero no podía asegurarlo. Apretó el paso para alejarse lo más posible de allí, obligando a su mente a pensar en otras cosas, para borrar aquella imagen tan horrible.

A la mañana siguiente lo vió en los periódicos, en la portada, a toda página. Una foto. El resultado de lo que había presenciado la noche anterior. La policía no sabía quien era la chica, ni el culpable. Ella le había visto la cara, y había visto sus ojos. Sus escalofriantes ojos de loco. Nunca se lo contó a nadie. Murió un par de años después, sin poder olvidar, que se había callado. Sin poder evitar sentir esa sensación de culpa aplastante, porque su miedo a acabar como aquella chica le había impedido hacer lo correcto.

M.F.

#2011 sobre lo dificil que es valente hoy en día...

-Poco a poco, sin que apenas te des cuenta, me iré alejando de ti. Cada vez hablaremos menos, nos veremos menos. Apenas te darás cuenta, y si notas algo pensarás que solo estoy cansada.
Pero llegará un día, en el que desapareceré definitivamente y tu no lo notarás, gracias a que me he distanciado progresivamente.
Ni si quiera me echaras de menos. Te costara recordar mi cara, mis ojos e incluso mi nombre.

-No me lo creo.

-Créetelo. Porque no es la primera vez que lo hago, no es la primera vez que huyo de todo. Soy una cobarde.

martes, 4 de enero de 2011

Creo que alguien ahí arriba se burla de mi...


Hoy estaba en lo alto de un rascacielos, con los pies colgando en el borde de la azotea. ¡Dios santo! Si que era alto. Desde allí podía ver a las personas, y los coches, y todo en general, pero lo veía como, no se, como con unos prismáticos al revés. Todo era exageradamente pequeño, como un mundo de hormiguitas. Daba vértigo. Estaba concentrada, tratando de reunir el valor para coger impulso y saltar al vacío, para acabar con todo. Justo cuando iba a dejar todo atrás, un chico pasó corriendo a mi lado. Ya iba a empezar a gritarle indignada por haber destruido mi concentración y a pedirle que si quería saltar se buscase otra azotea, cuando recordé donde estaba en realidad. Solo estaba sentada en las escaleras del metro, fantaseando. Las lágrimas corrían por mis mejillas, por la frustración que sentía por no haber podido lograr mi objetivo: pararlo todo.

Me levanté lentamente, lista para volver a mi casa. No estaba lista del todo, en realidad. De hecho caminaba tan lento que parecía que retrocedía en lugar de avanzar. Paseé lentamente por las familiares calles de mi ciudad. Recordando mis intentos fallidos. Había buscado un edificio para saltar, pero ninguno era lo suficientemente alto. Lo máximo que habría conseguido habría sido hacerme puré, y quedarme parapléjica o algo parecido. No merecía la pena. Mientras andaba, me rasqué las cicatrices de mi muñeca izquierda distraidamente, recordando amargamente como al intentar cortármela descubrí que la sangre me marea mucho. Muchísimo. Hasta el punto de que me desmayé sin haber llegado siquiera a hacerme un corte decente. Mi ultimo intento había sido en el metro. Estaba pensando en saltar a las vías, pero de repente me dí cuenta de que con la velocidad que llevaba el tren, como mucho me rompería una pierna.

Mientras pensaba en todo eso, recé para poder encontrar dentro de poco el edificio con el que me gustaba fantasear. Iba tan concentrada en mi silenciosa oración, que no me di cuenta de que estaba cruzando en rojo.

¡Qué ironía! Morir de ese modo: sin querer queriendo.