viernes, 14 de enero de 2011

Guárdenos el secreto...


A ella le gusta mirarte a los ojos cuando la hablas,aunque a veces su mirada desciende hasta tu boca. Si lo hace, significas mucho para ella.
A ella le encantan las bocas de dragón, esas florecitas que solo tienen dos pétalos que parecen una boca de dragón, y que puedes abrir y cerrar.
Le encanta mirar hacia las estrellas, aunque no pueda verlas, porque sabe que están ahí y con eso le basta.
No le gusta que le digan que habla demasiado.
Ella se bebe las palabras de los libros, porque le gusta fingir que el mundo real es el mundo de sus libros de fantasía. Resulta mucho más fácil así. Menos doloroso.
También se beberá tus palabras, si le dices algo que merezca la pena.
Odia que la griten, porque se siente pequeña y cobarde.
No soporta cuando está hablando y la gente ni siquiera finge escucharla. Pero cuando eso le pasa, deja de hablar lentamente, bajando el tono, hasta que finalmente se queda en silencio y sonríe como si fuera la persona más feliz en el mundo, aunque por dentro está chillando de rabia y agitando los brazos requiriendo atención.
Le gusta el olor de la lluvia y de la gasolina. Y del césped mojado. Y el amoniaco.
Detesta que la vean llorar casi tanto como llorar sola.
Ella está harta del mundo, de su mundo, pero no se decide a bajar de él.
Disfruta leyendo frases en latín, y traduciéndolas sin ayuda del diccionario.
Ella dice siempre la verdad, lo que pasa es que suele decirla de modo que los demás lo tomen como una broma. O eso, o lo dice de forma ambigua porque sabe que los demás interpretarán lo que no es.
Ella suele hablar sola. O pensar en voz alta, como ella lo llama.
No soporta las injusticias, pero se siente impotente a la hora de cambiarlas.
No quiere que la compadezcan, pero le molesta que menosprecien sus problemas.
Ella quiere decir tantas cosas, que se acumulan y se le olvidan, y tiene que reescribir todo lo que escribe.
Ella habla de sí misma en tercera persona, pero si le preguntas, lo negará.

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