lunes, 22 de noviembre de 2010

¿y para qué los quiero?

Hoy he roto todos mis espejos. ¿A quién le importa la mala suerte? A mi no, desde luego, pero tal vez sea porque de esa ya tengo mucha, tanta que es imposible tener más. ¿Y para que demonios quiero yo espejos? Me miro y veo... yo que se, veo una imagen distorsionada de mi. Los espejos solo crean problemas. Y complejos, sin duda.
Además un espejo de cristal nunca me enseñará quién soy de verdad. Me enseñará una media verdad, que me obligará a dejar de ser yo misma, a volverme loca (y no, gracias, ya me vuelvo loca sin su ayuda, Sr. Espejo). Mejor me busco un espejo humano. No quiero decir un cristal con patas. Quiero decir una persona, por supuesto. Alguien que cuando le mire a los ojos, vea una chispa de locura. Que pueda ver lo que no veo cuando me miro al espejo, pero que me gustaría ver. Y que sea como yo, pero diferente, que para qué queremos más copias de mi. No quiero alguien que me de la razón, o que me lleve la contraria siempre. ¡Solo quiero un espejo que me entienda!

No hay comentarios:

Publicar un comentario